El grupo “femcel” son mujeres que deciden (por propia voluntad o como consecuencia de barreras sociales) no participar en relaciones sexuales o amorosas con otras personas. El término proviene de la fusión de “female” (mujer) y “celibate” (célibe) y, aunque a veces se usa como una identidad en espacios virtuales, también describe la dificultad de algunas mujeres para encontrar vínculos que respeten sus expectativas y necesidades afectivas.
Según la psicóloga y sexóloga Laura Müller, «desde una visión patriarcal, las mujeres que viven una sexualidad sin amor romántico son juzgadas. Pareciera que siempre se les exige más y se les señala si eligen tener varios socios sexuales o si deciden no tenerlos».
Orígenes y transformación del concepto
El término “incel” (célibe involuntario) surgió en la década de 1990 como un espacio de apoyo para personas que no lograban tener relaciones sexuales o románticas. Sin embargo, con el tiempo, el movimiento derivó hacia el resentimiento y la misoginia, especialmente entre algunos varones heterosexuales que culpabilizan a las mujeres por su soledad.
En respuesta, surgió el concepto de “femcel” para diferenciar la experiencia de mujeres que, sin adoptar discursos de odio, viven el “celibato” como consecuencia de la falta de encaje en el sistema de citas actuales o por elección propia. Las mujeres no comparten la violencia asociada a los foros incel, pero sí experimentan la frustración ante cánones de belleza, superficialidad y comportamientos machistas que dificultan el encuentro genuino.
Presión social, estereotipos y amatonorma
La sociedad espera que todas las personas vivan en pareja y tengan una vida sexual activa. Esta presión, conocida como “amatonorma”, es cada vez más cuestionada. Como señala Laura Müller, «se da por sentado que queremos y debemos estar en pareja, que tenemos que vivir una sexualidad de tal o cuál forma. Hay que comenzar a cuestionar también la amatonorma». No todas las mujeres que no tienen relaciones sexuales o románticas lo hacen por miedo o inseguridad; muchas simplemente no lo desean o no lo necesitan.
Varones y femcel
La dificultad para encontrar vínculos profundos no es exclusiva de las mujeres. Diego B., de 34 años, comenta: “Me pasó varias veces de no coincidir con otra persona, por ejemplo, hablando del sexo como si fuera un derecho. Coincido en que los individuos están con un plan superficial del sexo y eso me genera un rechazo, que termino por no tener relaciones sexuales ni dispuesto a conocer a una persona”.
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