Con la llegada del frío, aumentan los casos de gripe, bronquiolitis, bronquitis y neumonía, entre otras infecciones respiratorias. Los especialistas advierten que en invierno, la permanencia en ambientes cerrados y la menor ventilación favorecen la circulación de virus. Por eso, es fundamental adoptar medidas de prevención y estar atentos a los primeros síntomas para evitar complicaciones.
Para reducir el riesgo de enfermedades respiratorias, el lavado frecuente de manos con agua y jabón es clave, especialmente después de volver de la calle, antes de cocinar o comer y tras ir al baño o cambiar pañales. Mantener al día las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación ayuda a disminuir complicaciones y mortalidad por infecciones respiratorias. Además, es esencial ventilar los ambientes diariamente, incluso en días fríos, para eliminar virus y sustancias nocivas.
El humo del tabaco es un factor de riesgo importante: no fumar ni permitir que se fume en espacios cerrados proteja las vías respiratorias de toda la familia. La lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses fortalece el sistema inmunológico de los bebés y una alimentación variada, rica en vitamina C y zinc —presente en cítricos, frutillas, kiwi, pimientos, brócoli, semillas y frutos secos— refuerza las defensas. Las proteínas, como las que aportan carnes, huevos, lácteos, legumbres y tofu, también son fundamentales para la formación de anticuerpos.
Más recomendaciones
Otras recomendaciones incluyen abrigar adecuadamente a los niños según su edad, evitar el contacto con personas enfermas, no automedicarse y consultar siempre con un profesional ante síntomas como fiebre alta, dificultad para respirar, palidez, decaimiento o falta de apetito. “El consumo de remedios sin receta puede producir intoxicación y ocultar los síntomas de la enfermedad, lo que dificulta un diagnóstico correcto y empeora el cuadro clínico”, advierten los especialistas.
Por último, se recomienda no dejar que las mascotas duerman en la habitación de los niños y prestar especial atención a los bebés menores de tres meses, niños prematuros o con enfermedades crónicas, ya que tienen mayor riesgo de complicaciones.
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