La terapia hortícola es una disciplina terapéutica que utiliza actividades relacionadas con la jardinería y el cultivo para mejorar la salud física, mental y social de las personas. Reconocida formalmente desde 1936 en Reino Unido como tratamiento para trastornos físicos y psíquicos, este método demostró ser una herramienta eficaz para fomentar la autonomía y la integración social.
Esta práctica se realiza en espacios al aire libre, como jardines o huertos, y destaca por ser una terapia que no se siente como tal, ya que la atención se centra en el cuidado de las plantas y el cultivo, lo que facilita la motivación y el compromiso de quienes participan.
La terapia hortícola es útil para jóvenes con trastornos del espectro autista, pacientes con problemas de salud mental y adultos mayores. Se demostró que ayuda a mejorar la atención, la concentración, la salud física y puede reducir riesgos asociados a enfermedades coronarias o demencia.
Origen y evolución de la terapia hortícola
Aunque su reconocimiento oficial data de mediados del siglo XX, la terapia hortícola tiene raíces que se remontan al siglo XVIII, cuando ya se empleaba en centros de salud mental. En las décadas de 1970 y 1980 se fundaron las primeras asociaciones especializadas en países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Alemania.
Beneficios principales de la terapia hortícola
Cognitivos
- Estimula la memoria y la concentración.
- Mejora el funcionamiento cognitivo general.
- Desarrolla la creatividad y la inteligencia estética.
Psicológicos
- Mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad, depresión y estrés.
- Fomenta la autoestima, la paciencia y el manejo de la frustración.
- Incrementa la sensación de bienestar y satisfacción personal.
Físicos
- Fortalece el sistema inmunológico.
- Mejora la motricidad fina y gruesa, la coordinación y la movilidad.
- Reduce la presión arterial y el ritmo cardíaco.
- Estimula todos los sentidos y promueve hábitos alimenticios saludables.
Sociales
- Potencia la interacción y cohesión social.
- Mejora la autoestima y la comunicación en grupo.
- Estimula patrones saludables de funcionamiento social.
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