Sri Lanka se erige como un destino de renombre mundial para el turismo de surf y atrae a entusiastas de las olas de todo el planeta. Sin embargo, tras esta fachada idÃlica, subyacen normas sociales arraigadas que mantuvieron a muchas mujeres al margen de sus aguas. Esta exclusión no sólo les priva del disfrute recreativo, sino que también les impide acceder a los beneficios económicos que el turismo de surf puede ofrecer, como empleos en la enseñanza de estas disciplinas acuáticas.
Martina Burtscher, cofundadora de SeaSisters, vislumbró un potencial sin explotar en las mujeres locales. «El turismo de surf está dominado mayoritariamente por hombres, y la mayorÃa de los campamentos y escuelas de surf están dirigidos por hombres locales o extranjeros» , señala. Su propia experiencia como austriaca, proveniente de un paÃs sin costa, pero apasionada por el surf desde los 18 años, la llevó a cuestionar la desigualdad que observaba en Sri Lanka y otros lugares costeros: «Me parecÃa muy injusto. Una mujer de un paÃs sin salida al mar como yo podÃa disfrutar del océano, mientras que otros que lo tenÃan a la vuelta de la esquina parecÃan tener dificultades» .Â
SeaSisters se fundó oficialmente en octubre de 2018, con seis jóvenes estudiantes. A lo largo de seis años, la organización capacitó a 150 mujeres y niñas en natación y surf.
A pesar de que el Informe Global sobre la Brecha de Género 2024 indica un acceso relativamente equitativo al empleo para las mujeres en Sri Lanka, otros estudios revelan una subrepresentación significativa en roles de liderazgo y en el ámbito deportivo. Si bien la educación y la sanidad son universales y gratuitas para las mujeres, las normas sociales profundamente arraigadas limitan su presencia en espacios públicos y recreativos. En las zonas rurales, se espera que las mujeres y las niñas se adhieran a las normas de género tradicionales.
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