Una investigación liderada por la Universidad de Reading, en el Reino Unido, revela que la velocidad con la que los océanos se calientan se multiplicó por cuatro desde finales de los 80. Este aumento acelerado está asociado a eventos extremos en diversas regiones del planeta. Desde incendios fuera de control hasta inundaciones devastadoras, el impacto del calentamiento global es evidente y cada vez más frecuente. Aunque los expertos identificaron al calentamiento oceánico como un factor clave, comprenderlo a fondo sigue siendo un desafío.
El estudio explora distintas teorías que podrían haber intensificado este fenómeno más allá de los efectos esperados de El Niño y el incremento de CO2. Entre las posibles causas se destacan:
- La erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai en 2022, que liberó grandes cantidades de vapor de agua con capacidad de retención de calor.
- Regulaciones en el transporte marítimo implementadas en 2020, que redujeron la emisión de aerosoles con efecto de enfriamiento.
- El ciclo solar en su fase máxima, lo que podría generar un aumento en la radiación que llega a la Tierra.
Sin embargo, los científicos señalan que ningún factor, ni siquiera la combinación de varios, explica completamente las temperaturas registradas.
Para una mejor comprensión del fenómeno, el meteorólogo Chris Merchant y su equipo analizaron mediciones satelitales desde 1985. Determinaron que mientras en los 80 el calentamiento del mar era de 0,06 °C por década, actualmente es de 0,27 °C por década. Además, el patrón de calentamiento no sigue una tendencia lineal, sino que presenta una aceleración preocupante.
Según el estudio, un 44 % del calor adicional absorbido por los océanos en la última década no puede atribuirse a causas naturales, sino a un desequilibrio en el sistema climático.
El futuro en juego
Los especialistas advierten que, de mantenerse esta tendencia, en los próximos 20 años el calentamiento podría superar el incremento observado en las últimas cuatro décadas. Esta realidad plantea interrogantes urgentes sobre el balance térmico del planeta y sus consecuencias a largo plazo.
El impacto ya es visible: la degradación de ecosistemas, la inseguridad alimentaria derivada de cosechas afectadas y el aumento de enfermedades vinculadas al cambio climático son algunas de sus manifestaciones.
Ante este desafío, los investigadores enfatizan la necesidad de medidas inmediatas. «Los responsables de políticas ambientales deben comprender que el calentamiento de las últimas décadas no refleja el ritmo acelerado que veremos en el futuro. Esto hace urgente una reducción drástica en el uso de combustibles fósiles», concluyen.
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