Estudios liderados por la Universidad de Oxford y otros equipos internacionales revelan que diferentes tonos musicales pueden amplificar la dulzura, el amargor o la acidez del plato según la frecuencia, el tempo y el instrumento que se escuche. Además, meta-análisis recientes confirman que la música presente durante las comidas puede incrementar (ligeramente) la ingesta de alimentos.

La ciencia confirma que nuestros sentidos están profundamente conectados. La música no solo decora el ambiente, sino que puede alterar la percepción del sabor:

  • Notas agudas y melodías alegres resaltan la dulzura de postres y bebidas.
  • Frecuencias graves y acordes oscuros intensifican lo amargo y salado.
  • Ritmos rápidos pueden generar excitación y hacernos comer más rápido.
  • Música clásica o ambiental eleva la percepción de sofisticación de los alimentos.

Sabores que bailan al ritmo de la música 

Cada perfil de sabor tiene un acompañamiento ideal:

  • Dulce: Jazz ligero, flautas y violines realzan los postres y bebidas azucaradas.
  • Amargo: Frecuencias graves y música oscura intensifican el amargor de cafés y cócteles herbales.
  • Ácido: Ritmos rápidos (dancehall, reggaetón) potencian la sensación vibrante y chispeante de los cítricos.
  • Umami: Soul, blues y melodías envolventes profundizan la experiencia de sabores equilibrados en carnes y quesos añejos.

Implementación en locales gastronómicos

El fenómeno llegó a marcas globales. En 2024, Barilla lanzó su “Al Bronzo Soundtrack”, una colección de pistas creadas junto al compositor Cristóbal Tapia de Veer y el científico Charles Spence (Oxford), diseñada para acompañar diferentes tipos de pasta y potenciar las notas de cada receta. Los consumidores notaron un aumento en la intensidad de ciertos sabores (como el dulzor al escuchar campanillas con rigatoni) y una mayor conciencia de los matices del plato.

Este cruce multisensorial no es nuevo. En la Edad Media se “colaban” aves cantoras en pasteles dominicanos para sorprender comensales y el futurismo italiano experimentó con recetas donde sabor, música y movimiento se fusionaban. 

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