Un hombre paseaba por la costa de Peterborough, en el estado de Victoria, Australia, cuando tropezó con una botella de vino cubierta de conchas marinas. Sin imaginarlo, esa pieza guardaba una historia fascinante que comenzó al otro lado del mundo hace 16 años.

Todo empezó en Brasil, cuando Joe Johnson, un amante de los viajes marítimos, realizó un experimento con la botella. Colocó dentro un mensaje donde invitaba a quien lo encontrara a contactarlo. Como agradecimiento, le daría una recompensa de 20 dólares.

“Su curiosidad dio sus frutos. Gracias por recuperar esta botella y tomarse el tiempo de revisar su contenido. Lancé botellas similares en diferentes océanos con la esperanza de que alguien como usted las descubra y me devuelva la nota a EE.UU.”, decía la carta escrita por Joe.

La botella se lanzó en noviembre de 2008 al océano Atlántico, entre las ciudades brasileñas de Río de Janeiro y Salvador.

Johnson explicó en una entrevista con ABC Radio Melbourne que el propósito de sus envíos era estudiar las corrientes marinas. «Mi esposa y yo realizamos varios cruceros. No recuerdo esta botella específica, pero es increíble saber que terminó en Australia», comentó. Además aseguró que enviará los 20 dólares prometidos al hombre que halló la botella. 

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